sábado, 2 de abril de 2011

Heráclito de Éfeso y el cambio.

Heráclito de Éfeso.
Nota preliminar:

Mientras usted termine de leer esta entrada, le informo que ya no será el mismo. Tampoco nosotros seremos los mismos. Así que no se preocupe, no está solo en la contienda.


En efecto, todo cambia, todo fluye. «Panta rei» (πάντα ρει). Para Heráclito (Ἡράκλειτος) el fruto de la lucha eterna de los contrarios produce el constante cambio, “Entramos y no entramos en los mismos ríos. Somos y no somos” (el río ya no es el mismo y tampoco nosotros).

Cada día nos miramos en el espejo y nos reconocemos los mismos, pero con pequeños cambios. Todas las cosas que conocemos (incluso nosotros mismos), se nos es posible hacerlo por lo único que permanece en ellas a través del tiempo: el cambio. Pero este cambio no es algo caótico o sin sentido, es resultado del orden cósmico existente. Cambian -las cosas- de manera proporcional y equilibrada, a tal punto que producen la armonía de las mismas.

ἀρχή y su elemento único.

Anaxímenes.
Los primeros filósofos se interesaron en el  ἀρχή (arché) por la necesidad de saber y entender la constitución última de la realidad, es decir, la naturaleza original de los seres.

Mediante observaciones de lo que ellos vivían, llegaron a diferentes conclusiones, dependiendo de lo que en su entorno pudieron experimentar. Como por ejemplo que el principio está en el agua, como planteó Thales, o en el aire como lo hizo Anaxímenes.

Thales de Mileto.
Pero, ¿por qué un solo elemento?. Ellos se dieron cuenta de que todas las cosas del mundo tienen algo en común, que es que todas SON. Y si todas las cosas del mundo son, también deben tener un elemento constituyente común, que haga que las cosas sean. Un solo elemento que dé el origen a todo lo que es, un elemento unificador y universal para todos los entes.